OBJETIVIDAD E INDEPENDENCIA
Desde la objetividad más inexistente que me caracteriza y la independencia más absoluta que me enorgullece, voy a tratar de exponer mi opinión sobre la cacareada, por ellos mismos, objetividad e independencia de los distintos medios de comunicación escritos y hablados haciendo, especial parada y fonda en el programa de por las mañanas en Onda Cero del prolífico periodista y hombre de negocios, el Sr. Herrera, don Carlos, el de los “fósforos”, correos “electrógenos”, “maragalladas”, contestador “artromático” y otros palabros de su invención que tanto él como los suyos se encargan de airear por ver si cuajan en el argot periodístico común. Partiremos de la base de que no se debería de escuchar la Cadena SER, ni leer El País, por lo tendenciosidad, subjetividad y falta absoluta de independencia de ambos medios, pues son los oficiales del gobierno y del partido que lo sustenta, o bien, como dicen algunos con toda la razón del mundo (con minúscula ambas palabras: razón y mundo), no es que PRYSA esté a las órdenes del gobierno y del PSOE, sino que son estos los que están a lo que diga PRYSA. También dejamos aparte, por igual ausencia de objetividad e independencia, a los medios públicos en los que abundan muchos más “Urdacis” que en la época gloriosa del susodicho. Pues bien, partiendo de la anterior premisa no nos queda más remedio que leer y escuchar al resto de medios de difusión nacional que son los que posen el pedigrí, que ellos mismos se conceden, de la independencia y la objetividad. ![]() A la hora del desayuno cambiamos el dial de la radio y sintonizaremos Onda Cero y el programa del licenciado Herrera (como a él le gusta ser llamado), al tiempo que podemos ir ojeando las páginas del ABC donde también podremos leer el sin par artículo del sin par y prolífico presentador, desayunamos unas lonchitas del jamón que comercializa él mismo y rociamos la tostada y el jamón con aceite de oliva del que él distribuye, nos repasamos las memorias de alguna folclórica septuagenaria, también escritas por él, nos percatamos que Antena3 es la tele que hay que ver, que tenemos que volar con una concreta línea aérea, recibir la electricidad de la compañía adecuada, tener nuestro dinero en el banco tal y usar nuestra tarjeta del banco cual, además de realizar ![]() Es tan objetivo que sus temas se resumen en unos cuantos que hábilmente suele entrelazar para que al final todo quede en uno que no es otro que el presidente del gobierno, al que él llama "Rodríguez". Y aquellos con los que lo relaciona suelen ser: Fidel y Chávez, los nacionalistas, islamistas, extranjeros inmigrantes y, últimamente, sus preferidos, los independentistas de ERC. A todos los trata con un tacto exquisito, jamás sale de su boca un improperio, ni un insulto, ni nada que se le parezca. Bueno, a veces les suele dedicar algunas lindezas, pero ¡lo dice con tanta gracia!, que nunca podrá ser tomado como insulto lo que es una ocurrencia ingeniosa salida del ingenio de tan ingenioso periodista. Otras veces se mofa de cualquiera de los nombrados, pero ¡lo hace con tanto arte!, que cómo le puede uno reprochar nada, más al contrario sentir admiración por él, su persona, su profesionalidad y su simpatía. También suele utilizar palabras con las que busca la rima fácil, ramplona y de patio de colegio o barriobajera, pero en su boca nunca suenan a zafiedad sino a agudeza mayúscula. Así que una mañana tras otra, independientemente de lo que nos traiga la “artualidad”, él rebusca y rebusca entre los teletipos o recorre todos los caminos que hagan falta para al final acabar hablándonos de lo mismo y de los mismos. ![]() Durante el resto del día leamos los editoriales y las informaciones en el periódico de Pedro Jota, paradigma de la objetividad e independencia, y reforcemos nuestras convicciones con los informativos de las distintas televisiones, todas ellas objetivas e independientes a más no poder. Después de lo anterior, si somos capaces de valorar positivamente en algo alguna de las acciones del gobierno, no cabe duda de que estamos inmunizados a las plagas de independencia y objetividad que los salvadores de la patria elaboran minuciosamente cada día para que el ganado no se descarríe en demasía. Aquellos que pasemos la prueba no podremos ser considerados como gente de bien sino merecedores de todos los calificativos que, tan justamente, los mencionados medios nos adjudican siempre que pueden. «Y yo, callao», que decía un gitano de mi pueblo. Teodoro R. Martín de Molina. Enero-2006
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